*La iglesia franciscana de San Miguel Arcángel, con sus dos torres de más de 35 metros y sus 400 años de antigüedad, es considerada una de las primeras en el país.
Juan David Castilla
Zozocolco , Ver.- Seis monumentales arcos de piedra sostienen a la imponente iglesia franciscana de San Miguel Arcángel, cuya estructura pareciera una araña clavada en el pueblo mágico de Zozocolco de Hidalgo, al norte de Veracruz.
Dos torres de más de 35 metros con cruces en la cima señalan hacia el cielo. En una está el campanario y, en la otra, el reloj con números romanos que dan un toque meramente colonial al monumento histórico.
El techo es a base de piedra de laja con bloques cortados estéticamente. La construcción es antigua, no tiene varillas y data desde hace más de 400 años. Por ello, es considerada una de las primeras iglesias franciscanas establecidas en el país.
Se trata del principal atractivo turístico del pueblo y un símbolo de identidad para el municipio, que se encuentra en la región del totonacapan de la entidad veracruzana y que nace entre pozas y ríos que emergen de las montañas de la Sierra Madre Oriental.
La parroquia forma parte de la ruta franciscana en los límites de Veracruz con el estado de Puebla, donde hay iglesias similares, por ejemplo, en el municipio de Coxquihui o en el municipio de Tuzamapan de Galeana, este último localizado en la entidad vecina.
Al frente de la iglesia de San Miguel Arcángel hay una explanada que también fue construida con piedra y donde fue incrustado un palo metálico de los voladores de Papantla, un rito que data de la época prehispánica, asociado a la fertilidad, que practican diversos grupos étnicos en México y Centroamérica y que fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Allí, del 10 al 12 de noviembre, se realiza el festival de globos de papel china, cuya elevación significa el regreso de las almas al cielo, culminando así su trayecto en este mundo.
También se observan 24 escalones que conducen a otra construcción de hace más de 100 años y que los pobladores llaman “curato”, donde descansan los curas, los sacerdotes.
Esta iglesia es una de las más grandes de la entidad por dentro y por fuera. Se encuentra sobre un terreno de grandes dimensiones, cuyos límites territoriales son muros de piedra.
Las altas paredes hacen que la sensación de la temperatura pase de calor a fresco con tan solo poner un pie al interior del recinto religioso, donde el aroma a cedro, madera utilizada para fabricar las bancas, sacia el olfato.
La luz es tenue, poco oscuro. Hay decenas de esculturas de santos, donde la más sobresaliente es de San Miguel Arcángel doblegando a Satanás que luce al fondo y es lo primero que detecta la vista al ingresar.
La adornan cuatro retablos religiosos que fueron pintados a mano en las paredes durante los años 1800 y están dedicados a las principales figuras del catolicismo, como la Virgen María, Santa María Magdalena y San Miguel Arcángel.
En la bóveda se observan hexágonos entrelazados de color amarillo, rojo y azul pegados en el techo que dan una sensación tridimensional sobre el área bautismal y el confesionario.
“En el pueblo se cree que si sacas la imagen de San Miguel Arcángel (de la iglesia) o lo mueves se viene una tormenta impresionante, se vienen los deslaves e inundaciones, y cuando ha habido sequía en décadas anteriores han sacado al santo y casualmente llueve”, comenta la gente.
La fiesta patronal en honor a San Miguel Arcángel es del 29 de septiembre al 4 de octubre y se realizan danzas, procesiones y otras actividades religiosas para agradecer a su santo patrono; sin embargo, fue suspendida por segundo año consecutivo debido a la pandemia del SARS-COV-2 (COVID-19).
Desde el campanario de la iglesia es posible mirar todos y cada uno de los rincones del pueblo mágico, mismo que colinda con los municipios de Papantla, Coxquihui, Espinal y el estado de Puebla.